Ubicada a orillas del mar Báltico, Tallin, la encantadora capital de Estonia, combina una herencia medieval inigualable con una vibrante vida cultural contemporánea. Ciudad amurallada, ciudad hanseática y ciudad digital, Tallin sorprende por su excelente conservación, su atmósfera romántica y su capacidad para unir lo antiguo con lo moderno.
Tallin es una joya del Báltico donde el pasado se muestra con orgullo y el presente late con innovación, su atmósfera medieval, su vida artística, sus vistas al mar y su espíritu acogedor hacen de ella el destino ideal
El corazón de Tallin es su ciudad vieja (Vanalinn), declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Rodeada de murallas del siglo XIII, conserva torres, callejones empedrados y fachadas góticas que transportan al visitante al apogeo de la Liga Hanseática. En la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja plats) se encuentra uno de los consistorios góticos mejor conservados del norte de Europa, rodeado por cafeterías y casas de comerciantes con siglos de historia.
Uno de los puntos más visitados es la colina de Toompea, donde se erige el castillo de Toompea, sede del Parlamento estonio, junto a la imponente Catedral ortodoxa de Alexander Nevsky, con sus cúpulas en forma de cebolla. A pocos pasos, la Catedral luterana de Santa María ofrece magníficas vistas de la ciudad y conserva tumbas de nobles bálticos.
Tallin también es un destino ideal para los amantes de la cultura. Museos como el Museo de Historia de Estonia, el Museo de Arte Kumu o el innovador Fotografiska reflejan la riqueza artística y el dinamismo intelectual de la ciudad. La capital estonia es, además, un referente en el ámbito digital: fue pionera en el voto electrónico y es sede de numerosas startups tecnológicas.
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En cuanto a la gastronomía, Tallin combina la tradición báltica con toques nórdicos y eslavos. Entre sus platos típicos destacan el verivorst (morcilla con arándanos), el rosolje (ensalada de remolacha y arenque) y sopas calientes ideales para el invierno. Los cafés de estilo vintage y los restaurantes con productos locales hacen que comer en Tallin sea también una experiencia cultural.
El barrio Kalamaja, antigua zona industrial y de pescadores, se ha convertido en uno de los rincones más alternativos de la ciudad. Aquí se ubica el Telliskivi Creative City, un centro creativo con galerías, tiendas de diseño independiente, murales de arte urbano y locales con música en vivo, reflejando la cara joven y bohemia de la ciudad.
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