Ubicada en el extremo norte de Marruecos, donde el mar Mediterráneo se encuentra con el océano Atlántico, Tánger es una ciudad que parece suspendida entre continentes, culturas y siglos de historia. Su posición estratégica en el estrecho de Gibraltar la ha convertido en cruce de civilizaciones, lugar de encuentro de comerciantes, artistas, espías y soñadores. Hoy, Tánger se presenta al viajero como una joya vibrante, enigmática y profundamente seductora.

Tánger es mucho más que una ciudad de paso: es un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde cada rincón cuenta una historia y donde Oriente y Occidente se dan la mano

Uno de los primeros encantos que descubre el visitante es su casco antiguo, la medina. Con sus callejones estrechos y serpenteantes, murallas blancas y azules, y una mezcla embriagadora de olores a especias, cuero y té a la menta, la medina es un viaje al pasado. Desde allí se puede acceder a la Kasbah, la antigua fortaleza que ofrece una vista impresionante del mar y la costa española en días despejados. El Museo de la Kasbah guarda tesoros arqueológicos que narran siglos de historia, desde los fenicios hasta el periodo colonial.

La influencia europea es palpable en el Gran Zoco y el Petit Zoco, donde cafés al estilo parisino conviven con puestos de frutas, alfombras y artesanía tradicional. Entre sus calles, es fácil imaginar a escritores como Paul Bowles o William S. Burroughs, quienes encontraron inspiración en la atmósfera única de esta ciudad cosmopolita.

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Otro lugar imprescindible es la Cueva de Hércules, a las afueras de Tánger, una formación natural junto al mar cargada de leyendas y misterio. Cerca de allí, las playas de Tánger ofrecen descanso y paisajes de postal, con aguas azules y arenas doradas, ideales para relajarse tras una jornada de exploración.

La cultura de Tánger es un crisol de influencias árabes, bereberes, andaluzas y europeas. Esta mezcla se refleja también en su gastronomía. Desde un tradicional tajín de cordero con ciruelas, hasta un cuscús con verduras y especias, la cocina tangera es un deleite para el paladar. No puede faltar el té a la menta, servido con ceremonia y hospitalidad, ni los dulces típicos elaborados con almendras y miel.

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